
No los puedo dejar tirados si quiero que el fuego brille en la noche, y menos en la más importante del año, la Sagrada Caza. De ella depende el futuro de la tribu.
Ahí fuera el mal acecha: los otros, las bestias. Sé que si enciendo el fuego en lo alto de la colina podré ayudarlos.
Cuando acerco la antorcha comprendo que no temo a las bestias, sino a lo que verán en mis ojos cuando me reconozcan.
