Supongo que algunos hábitos se heredan sin querer y sin remedio. Por eso mi padre besaba el pan cada mañana, en silencio. Lo habría aprendido por el suyo, que huyó dejando una casa cerrada, una mesa puesta y una hogaza enfriándose sola. Yo beso, en lugar de este pan de cartón, las mañanas en ayunas, con las ventanas abiertas, para que se oree este falso hogar y entre aquel mismo silencio, sin saber ya si lo busco para sobrevivir o para aprender a huir cuando llegue ese día que se parece a todos los días.
#Microrrelato





